HISTORIOGRAFIA
Orna de Gállego 'mi pueblo'
Por Vicente ARA OTÍN
05/03/2006
Claro que al decir “Mi Pueblo” es por costumbre generalizada de tal expresión, cuando se habla del lugar de nacimiento, más que como referencia de posesión. Un pueblo por pequeño que sea ya no lo poseen en la actualidad como allá por la edad media existía con frecuencia entre la nobleza que poseían ducados y condados entre duques, condes y marqueses, así como los más modestos pero abundantes señoríos que ostentaban los señores con titulo de infanzones como servidores del Rey, por cuyo motivo en Orna sí hubo pertenencia al Señor de Latrás hasta mediados del siglo XVI.
De aquellas costumbres históricas se fueron bautizando los pueblos cuyos nombres obedecían a situaciones geográficas en muchas ocasiones, pero en otras se aplicaban como sobrenombre o apellido ya fuera delante o detrás del principal, como por ejemplo tenemos en la provincia “Condado de Ribagorza” y dentro de Aragón y también de otras provincias hay pueblos con el topónimos de “Almonacid”, claramente de bautismo árabe y que para distinguirse unos de otros les aplicaron el sobre nombre como es el caso de Almonacid de la Sierra y Almonacid de la Cuba. Conozco otro Almonacid del Marquesado ( Cuenca ).
Orna, lleva de apellido el nombre del río Gállego. No tengo conocimiento sobre la etimología del topónimo que lo compone. El doctor Cardús, de recordada memoria por sus artículos de turismo Alto Aragonés, manifestó en cierta ocasión podía provenir de “ornamento “, pues le parecía bonita su situación y amplitud de la plaza, monumentalmente decorada con la iglesia de la que luego haré más descripción. Ocurre lo mismo con el nombre del río Gállego , ya que es palabra que significa el gentilicio de los habitantes de Galicia, pero el río Gállego tiene su nacimiento en los Pirineos sallentinos, aunque sí por allí existió desde inmemorial paso a las galias francesas, sin que se pueda afirmar que lo tomo de aquellas. Apenas ha sobrepasado la hermosa villa de Sallent de Gállego, que como es natural es la primera que toma su apellido, recibe las aguas de su primer afluente, el río Aguas Limpias y luego aguas abajo lo recibe Orna, ambos núcleos en la provincia de Huesca, siguiendo Murillo de Gállego y Villanueva de Gallego, éstas en la provincia de Zaragoza, dándose el caso curioso que Murillo es Villa y, no Villanueva de Gállego a pesar de su nombre principal, pero no debió de alcanzar los privilegios necesarios en la edad media que distinguían a estos núcleos de población otorgando el titulo de villas, para distinguirlas de los pueblos y aldeas.
En cuanto a Orna, por su escasa población nunca fue distinguida como villa. Así lo atestigua documentado fechado en 1624 en fallo de juicio a favor del pueblo de Orna celebrado en la Audiencia de Zaragoza, cuando les exigían a los vecinos a pagar los Derechos de Parcerias el Tenente de Sobrejuntero Simón de Berne. Pago que solamente estaban obligadas las Villas y pueblos que celebrasen mercados; lo cual no existía en Orna, sino que solamente tenía vereda pastoril para ganados trashumantes y corregimiento jaques para cobros de otros impuestos.
El apellido o sobrenombre de Orna de Gállego, le fue agregado el año 1910 según información que obtuve de D. Juan Latrás que fue cartero del municipio de Orna con los agregados pueblos de Arto, Latrás y Baranguá. Había sido combatiente de la guerra de Cuba durante seis años de donde tenía que contar muchas cosas, y un día salió en su conversación lo del nombre del río que había sido agregado para distinguirlo de otro pueblo de igual nombre, existente en la provincia de Guadalajara. Orna acogió con satisfacción la nueva denominación, y más tratándose del río Gallego, uno de los más importantes afluentes del Ebro, que regaba sus huertas y se veía desde el pueblo situado a mayor altura un poco a vista de pájaro, como una cinta de plata, oyéndose el murmullo de las aguas, según los agentes atmosféricos que indicaban mediante la observación de las personas mayores si habría lluvias o venía aire cierzo. Hoy se han perdido aquellas costumbres y casi hasta el propio río, porque antes de llegar, la presa encauza sus aguas por el canal que silenciosamente pasan por el lado opuesto para alimentar la central eléctrica de Jabarrella, quedando una exigua corriente por el cauce, que invadido por la vegetación ha retenido gran cantidad de grava y arena de manera que cuando llegan grandes avenidas el río toma la huerta por vereda, y no solamente la invade sino que se lleva la tierra vegetal con lo cual pronto desaparecerá lo que para Orna de Gállego ha sido todo un monumento agrícola, logrado a través de generaciones a base de cultivos ortícolas que proveían su despensa con frutos obtenidos de buena calidad. Dicho de paso y aunque no sea noticia cultural ni turística esta situación ha sido comunicada a la C.H.E. pero hasta la fecha, no se han tomado determinaciones para la limpieza del cauce original del río.
En el núcleo urbano, también tiene Orna de Gállego un extraordinario monumento como es la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. Fabrica de finales del siglo XI al XII, estilo románico con fino lombardismo jaqués (según el experto y recordado D. Antonio Durán Gudiol); recientemente restaurada por lo que no existe ningún peligro de ruina. Su interior bien adecentado aunque carente de ornamentación religiosa, a excepción de una imagen del Santo Patrón, ya que el hermoso retablo del altar mayor que se hallaba repujado de dorados, con una hornacina en el centro la cual contenía las imágenes de los apóstoles Pedro y Pablo, así como otras imágenes laterales en el espacio superior y las dos campanas de la torre, desaparecieron a causa de la contienda bélica de la guerra civil y en la actualidad sólo hay una de menor tamaño, por lo que no hay volteo de campanas ni para anunciar la fiesta mayor, pues bodas y bautizos por ahora también se celebran pocas en los pueblos.
Las casas antes estaban provistas de hermosas chimeneas troncocónicas y han desaparecido algunas, creo por la llegada del butano y la despoblación, pues de las ciento diez personas, ha llegado a bajar en estado permanente a sobre una docena.
Instintivamente me ha salido la expresión de la “docena”, que antiguamente en la cultura que aún alcance a conocer se usaba mucho para ciertas cosas en sentido comercial, ahora creo que sólo la conservan los huevos, los churros en las garitas de las ferias y poco más.
A mi me sugieren recuerdos y anécdotas como la que protagonizo el buen pastor Fernando, cuando al borde de un camino apacentaba las ovejas de sus amos en un prado artificial sembrado de esparceta, (pipirigallo se llamaba comúnmente) tal vez porque su flor tenía cierta semejanza a la cresta de un gallo. Ahora es raro hallar un cultivo de esa planta sustituida por la alfalfa, al tener mayor ciclo de producción.
Acertó a pasar por allí el recaudador de contribuciones, que por cierto era el único administrativo que enviaban las autoridades para impartir la cultura del impuesto, en vez de otros técnicos agrícolas e ingenieros que diseñaran puentes y carreteras de aquellos que ofrecían los políticos en periodos de elecciones. El señor recaudador, no sé su nombre pues siempre lo oí llamar “el recaudador,” saludó muy cortes al pastor y luego le pregunto cuantas ovejas llevaba en la cabaña. Como el buen Fernando no andaba sabedor de conocimientos aritméticos, y pocos numerales lo hacía por docenas, así que su respuesta fue que llevaba “ catorce ocenas y cinco reses más.”
Es de suponer que al recaudador le costaría poco el traducir las docenas a la cifra real de numeración, a la par que le hizo tanta gracia la expresión del pastor, que luego se aficiono a preguntar con un poco de socarronería a pastores y ganaderos cuantas docenas de ovejas tenían; pero uno de los ganaderos que debía saber bastante de docenas y otras cuentas se picó, pensando que además que llegaba para cobrar y llevarse aquellos duros de plata que guardaban en un compartimiento del arca de madera de pino, llegada a la casa con el ajuar de la dueña, aún se guaseaba con las cabañas, y sin más preámbulos para el cobro siguiente que hacía cada seis meses, preparó a su zagal mediano que salía de la escuela por cumplir los catorce años, muy avispado e inteligente, para el día que viniera el recaudador que estaría de pastor en los Coronazos que eran unos yermos con abundante vegetación donde no se verían todas las ovejas. Allí se fue el Manolé a vista de la cabaña con su perra Canela, zurrón a la espalda y cayado de avellanera. Eran sobre las once de la mañana cuando pudo ver que se acercaba un jinete montado en yegua tordilla como le había dicho su padre que era la del recaudador, por lo que hizo memoria de como tenía que contestar.
Parando su cabalgadura cuando llego a su altura lo saludo:
-Buenos días mozo, ¿estas de pastor o qué? Al Manolé le agrado lo de mozo porque todavía era un adolescente, y contestó: Sí señor sí.
-Y ¿ cuántas docenas de ovejas llevas? - Pues mire no lo sé.
-¿Hombre es que no te lo ha dicho el amo? - Sí pero de una manera muy rara.
- Anda , ¿ haber que manera es esa? - No sé si me acordaré, porque me ha dicho que las que llevo, otras tantas, el quinto “destas” que pacen y una coja que esta en casa hacen un ciento completo. El recaudador que se dío cuenta de .la estrategia que le había preparado el ganadero, casi no escucho el final de la respuesta arreando la yegua al trote, para llegar al pueblo donde ya no pregunto más por docenas de ovejas a nadie.
De estas y otras anécdotas se conocen muchas no solamente en Orna de Gállego sino en todos los pueblos que andan un poco despoblados, donde eso que llamamos el progreso también se va llevando las costumbres y otras cosas a jirones.
De aquellas costumbres históricas se fueron bautizando los pueblos cuyos nombres obedecían a situaciones geográficas en muchas ocasiones, pero en otras se aplicaban como sobrenombre o apellido ya fuera delante o detrás del principal, como por ejemplo tenemos en la provincia “Condado de Ribagorza” y dentro de Aragón y también de otras provincias hay pueblos con el topónimos de “Almonacid”, claramente de bautismo árabe y que para distinguirse unos de otros les aplicaron el sobre nombre como es el caso de Almonacid de la Sierra y Almonacid de la Cuba. Conozco otro Almonacid del Marquesado ( Cuenca ).
Orna, lleva de apellido el nombre del río Gállego. No tengo conocimiento sobre la etimología del topónimo que lo compone. El doctor Cardús, de recordada memoria por sus artículos de turismo Alto Aragonés, manifestó en cierta ocasión podía provenir de “ornamento “, pues le parecía bonita su situación y amplitud de la plaza, monumentalmente decorada con la iglesia de la que luego haré más descripción. Ocurre lo mismo con el nombre del río Gállego , ya que es palabra que significa el gentilicio de los habitantes de Galicia, pero el río Gállego tiene su nacimiento en los Pirineos sallentinos, aunque sí por allí existió desde inmemorial paso a las galias francesas, sin que se pueda afirmar que lo tomo de aquellas. Apenas ha sobrepasado la hermosa villa de Sallent de Gállego, que como es natural es la primera que toma su apellido, recibe las aguas de su primer afluente, el río Aguas Limpias y luego aguas abajo lo recibe Orna, ambos núcleos en la provincia de Huesca, siguiendo Murillo de Gállego y Villanueva de Gallego, éstas en la provincia de Zaragoza, dándose el caso curioso que Murillo es Villa y, no Villanueva de Gállego a pesar de su nombre principal, pero no debió de alcanzar los privilegios necesarios en la edad media que distinguían a estos núcleos de población otorgando el titulo de villas, para distinguirlas de los pueblos y aldeas.
En cuanto a Orna, por su escasa población nunca fue distinguida como villa. Así lo atestigua documentado fechado en 1624 en fallo de juicio a favor del pueblo de Orna celebrado en la Audiencia de Zaragoza, cuando les exigían a los vecinos a pagar los Derechos de Parcerias el Tenente de Sobrejuntero Simón de Berne. Pago que solamente estaban obligadas las Villas y pueblos que celebrasen mercados; lo cual no existía en Orna, sino que solamente tenía vereda pastoril para ganados trashumantes y corregimiento jaques para cobros de otros impuestos.
El apellido o sobrenombre de Orna de Gállego, le fue agregado el año 1910 según información que obtuve de D. Juan Latrás que fue cartero del municipio de Orna con los agregados pueblos de Arto, Latrás y Baranguá. Había sido combatiente de la guerra de Cuba durante seis años de donde tenía que contar muchas cosas, y un día salió en su conversación lo del nombre del río que había sido agregado para distinguirlo de otro pueblo de igual nombre, existente en la provincia de Guadalajara. Orna acogió con satisfacción la nueva denominación, y más tratándose del río Gallego, uno de los más importantes afluentes del Ebro, que regaba sus huertas y se veía desde el pueblo situado a mayor altura un poco a vista de pájaro, como una cinta de plata, oyéndose el murmullo de las aguas, según los agentes atmosféricos que indicaban mediante la observación de las personas mayores si habría lluvias o venía aire cierzo. Hoy se han perdido aquellas costumbres y casi hasta el propio río, porque antes de llegar, la presa encauza sus aguas por el canal que silenciosamente pasan por el lado opuesto para alimentar la central eléctrica de Jabarrella, quedando una exigua corriente por el cauce, que invadido por la vegetación ha retenido gran cantidad de grava y arena de manera que cuando llegan grandes avenidas el río toma la huerta por vereda, y no solamente la invade sino que se lleva la tierra vegetal con lo cual pronto desaparecerá lo que para Orna de Gállego ha sido todo un monumento agrícola, logrado a través de generaciones a base de cultivos ortícolas que proveían su despensa con frutos obtenidos de buena calidad. Dicho de paso y aunque no sea noticia cultural ni turística esta situación ha sido comunicada a la C.H.E. pero hasta la fecha, no se han tomado determinaciones para la limpieza del cauce original del río.
En el núcleo urbano, también tiene Orna de Gállego un extraordinario monumento como es la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. Fabrica de finales del siglo XI al XII, estilo románico con fino lombardismo jaqués (según el experto y recordado D. Antonio Durán Gudiol); recientemente restaurada por lo que no existe ningún peligro de ruina. Su interior bien adecentado aunque carente de ornamentación religiosa, a excepción de una imagen del Santo Patrón, ya que el hermoso retablo del altar mayor que se hallaba repujado de dorados, con una hornacina en el centro la cual contenía las imágenes de los apóstoles Pedro y Pablo, así como otras imágenes laterales en el espacio superior y las dos campanas de la torre, desaparecieron a causa de la contienda bélica de la guerra civil y en la actualidad sólo hay una de menor tamaño, por lo que no hay volteo de campanas ni para anunciar la fiesta mayor, pues bodas y bautizos por ahora también se celebran pocas en los pueblos.
Las casas antes estaban provistas de hermosas chimeneas troncocónicas y han desaparecido algunas, creo por la llegada del butano y la despoblación, pues de las ciento diez personas, ha llegado a bajar en estado permanente a sobre una docena.
Instintivamente me ha salido la expresión de la “docena”, que antiguamente en la cultura que aún alcance a conocer se usaba mucho para ciertas cosas en sentido comercial, ahora creo que sólo la conservan los huevos, los churros en las garitas de las ferias y poco más.
A mi me sugieren recuerdos y anécdotas como la que protagonizo el buen pastor Fernando, cuando al borde de un camino apacentaba las ovejas de sus amos en un prado artificial sembrado de esparceta, (pipirigallo se llamaba comúnmente) tal vez porque su flor tenía cierta semejanza a la cresta de un gallo. Ahora es raro hallar un cultivo de esa planta sustituida por la alfalfa, al tener mayor ciclo de producción.
Acertó a pasar por allí el recaudador de contribuciones, que por cierto era el único administrativo que enviaban las autoridades para impartir la cultura del impuesto, en vez de otros técnicos agrícolas e ingenieros que diseñaran puentes y carreteras de aquellos que ofrecían los políticos en periodos de elecciones. El señor recaudador, no sé su nombre pues siempre lo oí llamar “el recaudador,” saludó muy cortes al pastor y luego le pregunto cuantas ovejas llevaba en la cabaña. Como el buen Fernando no andaba sabedor de conocimientos aritméticos, y pocos numerales lo hacía por docenas, así que su respuesta fue que llevaba “ catorce ocenas y cinco reses más.”
Es de suponer que al recaudador le costaría poco el traducir las docenas a la cifra real de numeración, a la par que le hizo tanta gracia la expresión del pastor, que luego se aficiono a preguntar con un poco de socarronería a pastores y ganaderos cuantas docenas de ovejas tenían; pero uno de los ganaderos que debía saber bastante de docenas y otras cuentas se picó, pensando que además que llegaba para cobrar y llevarse aquellos duros de plata que guardaban en un compartimiento del arca de madera de pino, llegada a la casa con el ajuar de la dueña, aún se guaseaba con las cabañas, y sin más preámbulos para el cobro siguiente que hacía cada seis meses, preparó a su zagal mediano que salía de la escuela por cumplir los catorce años, muy avispado e inteligente, para el día que viniera el recaudador que estaría de pastor en los Coronazos que eran unos yermos con abundante vegetación donde no se verían todas las ovejas. Allí se fue el Manolé a vista de la cabaña con su perra Canela, zurrón a la espalda y cayado de avellanera. Eran sobre las once de la mañana cuando pudo ver que se acercaba un jinete montado en yegua tordilla como le había dicho su padre que era la del recaudador, por lo que hizo memoria de como tenía que contestar.
Parando su cabalgadura cuando llego a su altura lo saludo:
-Buenos días mozo, ¿estas de pastor o qué? Al Manolé le agrado lo de mozo porque todavía era un adolescente, y contestó: Sí señor sí.
-Y ¿ cuántas docenas de ovejas llevas? - Pues mire no lo sé.
-¿Hombre es que no te lo ha dicho el amo? - Sí pero de una manera muy rara.
- Anda , ¿ haber que manera es esa? - No sé si me acordaré, porque me ha dicho que las que llevo, otras tantas, el quinto “destas” que pacen y una coja que esta en casa hacen un ciento completo. El recaudador que se dío cuenta de .la estrategia que le había preparado el ganadero, casi no escucho el final de la respuesta arreando la yegua al trote, para llegar al pueblo donde ya no pregunto más por docenas de ovejas a nadie.
De estas y otras anécdotas se conocen muchas no solamente en Orna de Gállego sino en todos los pueblos que andan un poco despoblados, donde eso que llamamos el progreso también se va llevando las costumbres y otras cosas a jirones.